respeto y límites
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Jorge Lucas

psicólogo • formador • divulgador
autor y responsable de Lucaspsi Psicología

Límites y respeto

¿Te suele pasar que te cuesta hacerte respetar cuando intentas transmitir una idea o bien a la hora de aportar tu punto de vista? ¿Eres de esas personas a las que les cuesta decir no ante peticiones de favores? Cuando quedan contigo, ¿suelen llegar tarde sin que digas nada? ¿Siempre se hace lo que desea tu pareja? ¿Antepones los deseos de los demás a tus necesidades? ¿Sueles sentirte ninguneado? Puede ser que tengas dificultades a la hora de establecer tus límites y hacerte respetar. No conozco a nadie a quien no le haya pasado alguna vez o en alguna etapa de su vida.

¿Qué entendemos por «falta de respeto»?

¿A quién no le gusta que le respeten? Es un deseo natural del ser humano relacionado con la autoestima que tiene más que ver con el dolor psicológico que con el dolor físico o peligro real para tu vida. Digamos que la «falta de respeto» tiene un fuerte componente cultural, ya que un hecho puede ser muy ofensivo para un colectivo y, en cambio, no serlo para otro. Lo mismo pasa entre culturas distintas (Amaro, s. f.).

Por otra parte, lo que se considera como falta de respeto evoluciona a medida que evolucionan las sociedades; y lo que antaño podía ser una gran ofensa, como por ejemplo, negarse a obedecer una orden como esclavo o que una mujer quisiera ejercer su derecho al voto, en la actualidad esto prácticamente ya no sucede, aunque sí que hay otras cosas que no solo ofenden, sino que son inadmisibles hoy en día, como considerar la homosexualidad una enfermedad mental, llamar a las personas con discapacidad psicológica «subnormales» o bien fumar en espacios públicos interiores, conductas que en el pasado se veían como totalmente habituales.

Nótese también que suelen ser las clases privilegiadas las que determinan en cada cultura lo que es ofensivo y lo que no, con sus consecuentes castigos (Amaro, s. f.).

Por lo tanto, si percibes algo como una falta de respeto es porque te produce cierta indignación con base en tus valores, tus experiencias previas o tu visión del mundo.

Unos pasos para retomar tu dignidad y respeto personal y hacer que te respeten

Voy a compartir contigo los pasos propuestos para poner límites de la psicóloga María Elena Badillo en uno de sus vídeos divulgativos que me parecen pertinentes y acertados a la hora de enfocar este tipo de problemas que tanta gente experimenta cada día.

  1. Establece tus límites. Está claro que las demás personas no te van a respetar si no saben qué cosas te ofenden ni saben cuáles son tus líneas rojas. Por esa razón es importante escribir cuáles son dichos límites personales y para ello te recomiendo hacer un sencillo ejercicio de autoconocimiento: ¿qué situaciones causadas u omitidas por los demás te producen una fuerte reacción emocional (ira, rabia, indignación, impotencia, etc.) en ti? Anota todas esas situaciones y escríbelas (¿dónde están mis límites en la familia, con los amigos, en el trabajo, con los conocidos…?).

Por ejemplo, te puede poner de los nervios que estén todo el rato tocándote el brazo o dando palmaditas en la espalda cuando hablan contigo, o bien cuando una persona critica de forma chistosa tus defectos delante de otras personas.

Es importante que de alguna forma esos límites sean percibidos por los demás, ya sea diciendo que no a lo que no quieres o bien no sonriendo ante situaciones que no deseas.

  1. Exprésate con coherencia. No puedes pretender que respeten tus límites si no respetas los límites de los demás. Es importante saber cuándo no estás teniendo tacto. Por otra parte, al expresar tus límites, puedes hacerlo de forma que tus intenciones sean conciliadoras con la otra persona y tengas en cuenta el otro punto de vista a la hora de expresarte.

Por ejemplo, podrías decir: «Entiendo que no le des mucha importancia al hecho de llegar un cuarto de hora tarde cada vez que tenemos una cita, pero espero que comprendas que para mí mi tiempo es importante y no me gusta esperar y luego posponer mis otras tareas del día». Si te expresas de esta forma y aun así la otra persona se ofende, esto ya es su problema, y no el tuyo, dado que has tenido una intención positiva al expresarte y has sido coherente contigo mismo. Su interpretación ya no depende de ti.

  1. No te justifiques. Cada vez que usas argumentos para justificar tu punto de vista te estás restando poder; no tienes por qué dar explicaciones adicionales. Simplemente puedes limitarte a proferir un simple no. Tu punto de vista es valioso, no necesitas justificarlo.
  2. Respétalos y hazlos respetar. Eso implica mantener la coherencia con los pasos anteriores, no caigas en contradicciones diciendo una cosa y actuando de otra manera. Aquí puede servir la técnica del disco rayado:

─¿Te apetece tomarte una copa con nosotros? 

─Ya te he dicho más de una vez que no me gusta beber cuando cojo el coche, así que espero que lo entiendas.

Conclusión

Hacerse respetar, como con la mayoría de las habilidades interpersonales, requiere práctica hasta que se convierta en un hábito. Al principio es normal que te sientas incómodo, pero vale la pena en que seas firme, dado que a largo plazo te sentirás coherente contigo mismo, además de que tu autoestima aumentará al respetarte a ti mismo.

Los límites son la frontera y punto de unión invisibles con los demás, según Jorge Bucay. Son necesarios siempre y cuando quieras estar en contacto con los demás; y si no te los aceptan, eres totalmente libre de elegir con quién estás.

La vida es demasiado corta para estar con gente que nada nos aporta ni nos respeta.

Referencias bibliográficas

  • Amaro, J. L. C. (s. f.). Castigo de las faltas de respeto, dolor psíquico y justificación de la violencia.
  • Badillo, M. E. [Psicóloga Maria Elena Badillo] (28 de junio de 2020). Cómo establecer límites desde tu poder personal. En YouTube [Archivo de vídeo]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=ZTQAFB6l0Nw

Imagen: unsplash.com

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