De forma intuitiva, se comprende bastante bien cuando se dice que Fulanito, un profesor de robótica; Menganita, una mujer soldado que trabaja en misiones especiales; Zutano, un botánico con experiencia en plantaciones de coníferas o Perenganita, una funcionaria de Correos desde hace 28 años, etc., son personas con criterio. Pueden venirnos a la cabeza pensamientos del tipo que «sabe de lo que habla», «tiene experiencia en esto», «es todo un intelectual» o «es una experta en este campo», etc. En este artículo hablaremos de tener criterio y de su importancia en el mundo real.
¿Es lo mismo que ser experto?
Respuesta corta: no. Respuesta larga: depende del matiz y del contexto. A mi parecer, no está del todo claro que todas las personas expertas tengan criterio y que todas las personas con criterio no tienen por qué ser expertas. Es decir, comenzamos a desarrollar el criterio en cuanto comenzamos a desarrollar el pensamiento crítico, por lo que muchas personas que se consideran expertas en muchas ocasiones no han contribuido en realidad en el mundo académico con aportaciones originales y se limitan a repetir teorías sin cuestionarlas, por lo que no se podría considerar que tengan un gran criterio.
Asimismo, en cuanto al pensamiento crítico, si se revisita la teoría de las inteligencia triárquica de Sternberg (1985), podemos pensar de forma crítica en el ámbito académico (inteligencia analítica), creativo (inteligencia experiencial) o de la resolución de problemas cotidianos (inteligencia práctica o contextual).
Es verdad que a veces estas categorías se pueden solapar, ya que podemos aportar soluciones originales y de aplicación práctica cuando elaboramos la programación de una asignatura académica.
Por lo tanto, una persona con criterio puede reunir la experiencia suficiente en su ámbito para tener dicho conocimiento avanzado y si, además, se lee las últimas teorías al respecto y se forma de manera más especializada, podrá tener un mejor criterio. Lo que nos lleva al siguiente punto.
Experiencia y criterio
Imagínate el trabajo de sexador de pollos, ya sabes, esas personas que nada más al apretar al pollito recién nacido, les saca de su cavidad anal el trozo de intestino de forma en la que apenas se aprecian las diferencias entre polluelos machos y hembras. Pues bien, ese tipo de aprendizaje, además de requerir de una formación específica, requiere de adquirir una pericia que solo por repetición y buena retroalimentación se consigue, ya que se trata de un aprendizaje de tipo discriminativo. Es decir, dicho profesional desarrolla un buen criterio gracias a la experiencia, con lo cual, consigue discriminar el sexo de unos 1000 pollos a la hora, con una tasa de error del 1 %.

Para que nos sirve en la realidad
En ese sentido, tener criterio nos puede servir desde saber cómo atarnos los cordones sin tener que reflexionar en ello, hasta llevar a cabo el procedimiento de manejar un aparato de rayos X de hospitales de modo que no pongamos en peligro la vida del paciente. Pero aquí estamos hablando solo de habilidades.
Por otro lado, tener criterio sobre lo que son las fuentes de información fiables y estar al día sobre los últimos ciberdelitos, nos es de gran ayuda para evitar compartir noticias sensacionalistas sin contrastar o ser víctima de engaños de delincuentes que utilizan tecnología basada en la IA para clonar voces de nuestros familiares y otro tipo de estafas.
Asimismo, tener criterio nos sirve para discriminar conductas manipulativas en nuestras relaciones cotidianas o bien para no ser engañados por el «experto» de turno que nos afirma las bondades de su producto revolucionario con una confianza inquebrantable.
Si lo vemos desde el punto de vista más expresivo, tener criterio nos ayuda a desarrollar un estilo propio, que se manifiesta en nuestra manera de comunicarnos y expresarnos a través de nuestra forma de vestir o nuestra forma de hacer humor, música, arte, etc.
Pero sobre todo, tener criterio nos facilita tomar mejores decisiones, y ahí no hay que descartar el componente emocional de la intuición, que sin dicho componente emocional, podríamos estar atrapados eternamente en la «parálisis por análisis» (véanse Gigerenzer, 2023; Kahneman, 2012).
Conclusiones
En suma, nadie nace sabido, por lo que es importante aprender desde pequeños, en función de nuestra etapa evolutiva, no solo a satisfacer nuestra curiosidad y explorar el mundo que nos rodea, sino también a cuestionar nuestros referentes, profesores y otras personas que tienen autoridad sobre nosotros. Hay que aprender a contrastar las fuentes de lo que consultamos, aunque eso suponga incomodarnos desde el punto de vista intelectual cuando leemos artículos con visiones de la realidad alejadas de nuestras creencias. Estas son solo algunas de las muchas maneras de educar nuestro criterio.
Quien tiene criterio avanza y toma buenas decisiones; quien no sale de sus cámaras de eco se repite, es indeciso, toma malas decisiones o son los demás los que deciden por él.
Referencias bibliográficas
• Gigerenzer, G. (2023). The intelligence of intuition. Cambridge University Press.
• Kahneman, D. (2012). Pensar rápido, pensar despacio. Debate.
• Sternberg, R. J. (1985). Beyond IQ: A Triarchic Theory of Intelligence. Cambridge: Cambridge University Press.
• Imágenes. Portada Unsplash Julia Potter. Fig. 1. Lionel Mermoz
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